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28/6/16

Basta de Messi


Quieren que siga porque dijo que no va a continuar, pero cuando está le piden más, lo exigen, quieren que salga campeón. ¿Campeón para el beneficio de él o para el regocijo propio? ¿Sale él campeón o salís vos?

Para qué quieren que se quede si no supieron aprovecharlo, si sólo lo buscan para el goce propio. Si Messi no fuera Messi, ni lo pedirían. Pero ustedes no quieren a Messi, quieren salir campeón. Quieren un Maradona, quieren que ese Messi sea Maradona, pero es Messi. Messi es Messi y Maradona fue Maradona, porque ya no es Maradona.

Los multimedios arman afiches para que la gente comparta y pida para que no se vaya. Para que no se vaya un jugador, señora, un jugador. Nadie de los que reclama por lo que se queda quizás haya reclamado por ese trabajador despedido pero sí por una persona que por ‘motu proprio’ dijo basta.
Dijo basta porque lo puede decir, no está obligado. Y dijo basta por ustedes, por los que lo presionan a ganar, por todos ustedes. Por esa publicidad de TyC Sports en donde se decía que la tercera es la vencida. Por Maradona que dijo que si no ganan no vuelven. ¿Qué es ganar? ¿Para qué ganar? ¿Para que 40.000.000 de argentinos y argentinas estén contentos y contentas por una copa que no tendría que haberse jugado? ¿Por un partido de fútbol? Vamos, hay cosas más importantes. Yo prefiero ganarme el respeto, ganarme la confianza de los demás, ganarme la consideración del resto, ganarme el lugar entre el montón. Y Messi eso ya lo consiguió. Porque él sólo juega, no piensa en el ganar como ustedes. Él ve todo de otra manera. No busca llegar al éxito, sino estar en el camino, porque ahí se disfruta todo. En el camino, en la manera de llegar, y el premio se valora más. En cambio ustedes, sólo quieren la copa, festejar, olvidándose del proceso, olvidándose que ustedes no juegan sino que otros 23.

Y ni siquiera festejar por ser argentinos, sino por el fútbol argentino. Porque si un escritor gana un premio, un cineasta u otro deportista es reconocido, termina siendo un “ah bueno, bien por él”. Pero si lo gana el fútbol, “ganamos todos”. ¿Ganamos todos? ¿Qué ganamos?¿Una copa organizada entre la tenebrosidad de la corrupción de la Confederación en donde está la Selección Argentina, que a la vez está comandada por la Federación Internacional? ¿Por eso nos ponemos contentos? Si ustedes están felices con un trofeo, hay negocios que venden y a buen precio.

El tener un título o no, no te hace mejor, ni no tenerlos peor. Lo importante es estar, y si se está se intenta. Y si se intenta se puede fracasar. Como se puede lograrlo. Y Messi ya logró mucho, desde cuando era chico cuando no podía crecer. Él ya ganó. Ahora nos falta a nosotros tener un motivo para decir gané algo. Lo que sea. Hasta ganarte la sonrisa del otro puede ser lo máximo a lo que uno puede lograr. Él la logró en miles, y por eso fue reconocido con premios. Pero aunque los premios no los tuviese, él lo haría igual. Porque Messi juega al fútbol, se divierte con la pelota y no piensa en otra cosa que poner la pelota en el arco rival. ¿Pero quién de ustedes bajo la presión no está complicado? No me digas que no es así porque no te creo. Porque hasta te ponés nervioso cuando alguien te está mirando mientras escribís en el celular. Así que, ¿cómo no va a estar nervioso un hombre que no pasa los 170 centímetros de altura cuando millones de personas le piden que haga lo imposible para meter un gol? ¿Cómo no va a estar nervioso al que todos lo miran y quieren que se pase a 11 jugadores, ocho planetas, 10 galaxias y esquive al tachero que maneja mal, y que encima que cuando haga el gol tenga que ser exquisito? A mí ya me pone nervioso un examen si es que no estudié, así que imaginate a él.

Seguro pensás que en el Barcelona lo puede hacer y en la Selección no. Pero claro, inteligente. ¿O vos cuando entrás en la casa de otro sabes dónde está la habitación, el baño, la cocina, los nombres de cada integrante y cómo se manejan ahí dentro? No, bueno, la casa de Messi es el Barcelona y la Selección es como la casa de otro. Los ve pocas veces al año, entrena con otro grupo de personas casi más de 250 días de los 365 que tiene cada ciclo terrestre, pero por sobre todas las cosas, cuando está en la Selección enfrenta a los mejores de cada país. ¡A los mejores! Sí, porque vos te pensás seguro que Argentina está por encima del resto, pero no es así. Porque los partidos hay que jugarlos, no confiarse nunca. Sino mirá Inglaterra, que fue eliminada por Islandia. Te lo digo a vos que descriminás equipos y Selecciones, que seguro le llamas interior a lo que queda fuera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ¿Qué, sos del exterior?

La cuestión de Messi va más allá del fútbol. Él no es sólo un jugador, es una persona. Cómo vos, como ella, como yo. Pero da la casualidad que practicó toda su vida con la pelota en sus pies. Pero no para ser el mejor, porque nadie es mejor que otro, sino que uno termina teniendo virtudes o características que otro no tiene. Porque Messi puede ser bueno con los pies y la pelota, pero no será mejor que un carnicero, una modelo, una profesora o un periodista por ser hábil con los pies. Sino que se destacará dentro de su ambiente.

Por eso, dejemos que Messi sea Messi. Dejemos de pedir por el sólo hecho de pensar que puede hacer todo. Y si hubiese ganado, ¿le agradecerían a él? ¿Sólo a él? Si al fin y al cabo la habría ganado el equipo. Y ese es el error, pensar que Messi es el equipo. ¿Ahora entendés de la presión que lleva? Ahora también entendé que el todo es parte de uno, por lo que si Messi está así ahora es porque se le pegó por todas partes. Y esas palabras le dolieron más que las patadas que ligó en cada partido. Porque el encuentro más difícil que tuvo, tiene y tendrá Messi no será una final. No señor, no señora. Será con la gente, con el que lo juzga sin conocerlo. Con el que le pide más, cuando ese mismo ni se preocupa por mejorar y sólo quiere festejar un título de fútbol. ¡De fútbol!


Basta de pedir. Hagamos. Basta de exigir. Pensémos en el resto y no en nosotros. Basta de Messi. Mejor que sea Lionel, que así vivirá más tranquilo.

24/4/16

Esto es AFA: partido de Primera con sólo un asistente


No lo vas a leer en ningún medio importante. Ni en los de papel, internet, televisión. No. Porque no vende, no está en el mercado. Aunque de a poco se le da importancia. Pero hasta ahí no más. Y pará de contar. Hasta ahí. Esto pasó en Argentina, Provincia de Buenos Aires, en un partido de fútbol femenino. Aunque para el que escribe, le suena raro, porque nadie le dice fútbol masculino al que juegan ellos, pero sí separa al femenino. Esa es otra discusión, en la que tengo un pensamiento, pero quedará para otro día. No para este, que ya tuvo muchas cosas en pocas horas. Comienzo...

La historia será mejor contarla en primera persona, más que nada porque eramos pocos, y nos conocemos mucho. Pero afuera son muchos, y conocen poco. Domingo, 14 horas, pasando el Predio de la Asociación del Fútbol Argentino, cerca de Ezeiza -desconozco geograficamente, no te voy a mentir-. El lugar se llama Rancho Taxco: hemoso, gigante, héctareas varias. Hermoso. Allí, el Club UAI Urquiza tiene un convenio y algunos partidos del fútbol femenino se dan en una de sus canchas, la perimetrada. Y justamente recibió a Estudiantes de La Plata, por la cuarta fecha del Campeonato de AFA. Primera División, nada amateur. Primera, como Boca - River (partido que se jugó a la misma hora, pero no importa en este caso, y encima salió 0-0, uff).

La cita era para las 15:30. El local y la visita estaban listos -en realidad listas, porque ellas jugaban-. Pero algo pasaba. Una hora y un poco más antes del partido, el asistente N°1 ya estaba en el predio, como debe ser. Su vestimenta oscura lo denotó, pero más sabe uno si es árbitro: sí, el que escribe lo es, por ende nos reconocemos aunque no nos conozcamos. No es que tengamos cara de árbitros -¿existirá la cara de árbitro?-, aunque hay detalles claves: ropa negra, reloj, bolso oscuro, peinado, afeitado y cara de poker.

El tiempo pasaba, y mientras fui a buscar las planillas de los equipos con mi colega -él en realidad las pidió, yo tomé nota-, notábamos preocupación. No era por el clima (parecía que iba a llover, y fuerte), sino por la restante parte de la terna. El Colegio de Árbitros ya había avisado quién venía, la AFA lo comunicó y también se sabía el horario: 15:30. La que impartiría justicia había llegado sin que la viéramos, por el simple hecho de estar del otro lado de la pared. Sin embargo, si es terna deben ser tres.

Cerca de las 15:20, los periodistas nos dirigimos a la cancha, cual soportó a pesar de las lluvias. Los cancheros, qué trabajo, para destacar. Sí, había que aclararlo. Volviendo a la cuestión: todos reunidos en el lugar menos embarrado posible nos preguntábamos por qué los equipos seguían entrando en calor si es que en diez minutos comenzaba todo. "Falta un árbitro", tiró uno. "Si es así, soy capaz de ayudar yo, pero no se puede. Seguro comenzará a las 16, esperarán a que llegue", le contesté. Nunca llegó. Sin embargo, podía jugarse y habría consecuencias.

Dijeron que estaba lesionado, o lesionada -desconozco el sexo de quien tendría que venir-. Aunque acá entra mi cuestión, una de las tantas: en la Liga donde yo participo, hay algo que se llama comunicación. Si uno o una no puede, el día anterior o con horas previas avisa mediante un mensaje de texto -no pido ni carta, ni paloma mensajera, ni nada de eso- y se busca a un colega que lo suplante. Allí somos como 90, uno disponible mínimo siempre hay. Y esa Liga es amateur, muy. Pero esto es Primera División de AFA, y se tuvo que jugar con sólo dos árbitros. Insólito.

La árbitra avisó la cuestión a las capitanas, que no lo podían creer: para muchas, primera vez, para otras, primera y última. Estudiantes comenzó el partido atacando para el lado donde no había asistente; la UAI, en sentido contrario. Sin complicaciones, quien ejerció justicia no tuvo inconvenientes mayores en cuestiones de posiciones adelantadas en el primer tiempo. El tema fue el complemento.

"Acordate de esto: segundo tiempo, la UAI Urquiza, un equipo que ataca mucho y aprovecha los espacios, estará yendo para el sector donde no hay asistente y te aseguro que habrá un gol en posición ilegítima, será convalidado y se armará lío", le dije a mi colega, uno de los únicos que sabe de fútbol femenino. Dicho y hecho: sin ayuda, la árbitra principal valida un gol que no debió convalidar. Y a los 30 segundos, el asistente N°1 levanta su bandera. Pensamos que era para remarcarle el fallo, que desde mi posición -mitad de cancha- se notó. Pero no, sólo para que calme a la entrenadora de Estudiantes que, con razones obvias y al estar en una posición privilegiada, reprochó sobre ese gol. El mismo que abrió el partido, el mismo que si hubiese árbitro asistente N°2 ni tendría que haberse festejado. Sin embargo lo hubo, y quebró el encuentro ya que estaba sin goles.

Presión, nervios, el campo de juego, cuestiones que quizás complicaron la tarea de una dupla que tuvo que comenzar tarde el partido. La culpa no recae en ellos, aclaro. Todo lo contrario, sino en la organización, falta de comunicación y una falta de respeto que se le da a este fútbol. Y digo este fútbol porque es la misma AFA la que hace diferencias entre masculino y femenino. La misma AFA que, para contarles, ni siquiera tiene solapa de fútbol femenino en su web. La misma que no pone a gente con sabiduría para manejar a la Selección femenina. La misma que tiene otras preocupaciones, pero no se fija en los detalles para que todo crezca. La que desprestigia al mal llamado interior. La misma que seguramente se lavará las manos, como una y tantas veces. La misma que se cree por encima de todo, pero en el barro se va hundiendo. Como ellas, hoy en la cancha.

Esto es AFA.